El ‘no más’ de Chávez Jr.


Julio César Chávez Jr. firmó uno de los más decepcionantes episodios de su carrera boxística abandonando el combate con el neoyorquino Daniel Jacobs la noche de este viernes.
Una nariz rota fue señalada como la causa de la detención al final del quinto round, y la decepción de los aficionados se volcó en una furibunda protesta de objetos voladores desde las gradas de la Talking Stick Arena de Phoenix, Arizona.
El sinaloense subió al ring con un look extravagante, y esa actitud prometía un cambio, invitaba a esperar un peleador atrevido, audaz, arriesgado… pero la ilusión se fue destiñendo (otra vez) como sus cabellos oxigenados.
Chávez tuvo dos buenos primeros rounds, lanzando bombazos y un gancho de izquierda que hizo retroceder a Jacobs, quien trabajó pacientemente desde el exterior, recurriendo al abrazo cuando se metían a zona de infight.
El neoyorquino empezó a soltar las manos en la tercera ronda, con velocidad y utilizando el movimiento lateral, atreviéndose en ofensivas esporádicas con combinaciones al cuerpo; mientras que el sinaloense se mantuvo en cacería desde el centro del ring, y disminuyó su frecuencia de golpeo.
Jacobs se atrevió a pelear en corto iniciando el cuarto asalto, metiendo manos sobre la guardia de Chávez; éste lo empujó a las cuerdas sobre la mitad del round, pero no consiguió conectarle sólido; y sobre el final, ambos aterrizaron ganchos de zurda, aunque la rapidez de manos del neoyorquino fue más efectiva.
El ‘Junior’ empezó el quinto episodio quejándose de un cabezazo, y el réferi Wes Melton le ordenó combatir. El sinaloense fue al frente y logró asestar un gancho de izquierda que sacudió a Jacobs, y lo aturdió momentáneamente, pero éste se recuperó rápido y retomó el dominio del combate, con una zurda precisa y una derecha contundente, provocando pronto un sangrado nasal a Chávez.
Concluido el round, al llegar a su esquina, el sinaloense le dijo a su equipo que no seguiría, generando confusión y sorpresa, mientras su padre se llevaba las manos al rostro sentado en primera fila. Después se supo que argumentaba no poder respirar debido a la lesión en la nariz.
Julio César Chávez Jr. tuvo que salir escoltado con su cuarta derrota a cuestas, mientras los decepcionados aficionados le lanzaban vasos de cerveza y otros objetos.
La rendición de Chávez fue la culminación de una serie de actos polémicos, vergonzosos, comenzando por su evasión de una prueba antidopaje ordenada por la Comisión Atlética de Nevada. La pelea iba a celebrarse originalmente en Las Vegas, pero fue reubicada luego de que el sinaloense fuera suspendido tras negarse al examen de drogas. El equipo legal de Chávez tuvo que recurrir a la Corte del Estado para solicitar que se le levantara el castigo al menos de forma temporal, y eso se logró apenas un par de días antes del pesaje.
Y luego vino la burla en la ceremonia de pesaje, pues el culichi subió a la báscula deliberadamente con más de un kilo sobre el límite del peso pactado, y tuvo que renegociar, aceptando una multa económica que se dice alcanzó el millón de dólares.
Cualquier peleador del montón, con esos antecedentes, hubiera sido condenado a la exclusión y al olvido, pero el apellido y esa cualidad de atraer multitudes podría asegurarle al ‘Junior’ al menos un show más.

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