
Ramírez
enfrentó al cubano Leduán Barthelemy este martes, en su primera prueba ya bajo
la firma de Sampson Boxing. Ambos son jóvenes promesas, son zurdos, hábiles de
manos, y se mantienen invictos.
En
los primeros dos rounds, Barthelemy aprovechó su mayor distancia con un jab
capaz de desmoralizar a cualquiera, y recorrió el ring, y metió la izquierda en
un par de ocasiones.
Pero
a partir del tercero, Ramírez fue un perro de presa, se fue metiendo al terreno
corto y empezó a castigar. Falló algunas de las tantas combinaciones que lanzó,
pero cuando conectaba hacía daño.
El
dominio del mochiteco fue claro en la sexta ronda, abrumó a Barthelemy lanzando
todo lo que pudo, y llegó a tenerlo en malas condiciones, sin capacidad para
ofrecer respuesta, obligándolo a recluirse en las cuerdas.
El
esfuerzo de ese episodio le cobró factura a Ramírez, quien siguió yendo al
frente pero disminuyó su frecuencia de golpeo, aterrizando algunos golpes
sólidos al rostro, y el cubano recuperó su distancia y el jab, pero sin golpes
contundentes.
Sin
embargo, Ramírez salió a jugárselo todo en el décimo asalto, a echar el extra,
impulsado por un sector del graderío que lo vitoreó desde el tercer round, y le
repitió a Barthelemy las dos manos al rostro.
Sonó
la campana y el sinaloense festejó en la esquina, se sentía confiado en el
triunfo, pero en Las Vegas…
El
juez Glen Trowbridge le otorgó un ajustado 96-94, mientras que Tim Cheatham
sumó empate a 95 puntos, pero Patricia Morse Jarman rayó en lo ridículo
anotando 97-93 para el cubano.
Otro
coro de abucheos cantó en la ciudad del showbiz.
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