Eduardo Ramírez lució, pero…

Tenía su primera oportunidad de pelear en Las Vegas y no quería desaprovecharla, incluso cambió su estilo sobre el ring, dejó de ser el escurridizo y fanfarrón porque el rival así lo requería, se convirtió en el cazador, lució, gustó, pero Eduardo Ramírez regresó con un empate frustrante, incómodo.
Ramírez enfrentó al cubano Leduán Barthelemy este martes, en su primera prueba ya bajo la firma de Sampson Boxing. Ambos son jóvenes promesas, son zurdos, hábiles de manos, y se mantienen invictos.
En los primeros dos rounds, Barthelemy aprovechó su mayor distancia con un jab capaz de desmoralizar a cualquiera, y recorrió el ring, y metió la izquierda en un par de ocasiones.
Pero a partir del tercero, Ramírez fue un perro de presa, se fue metiendo al terreno corto y empezó a castigar. Falló algunas de las tantas combinaciones que lanzó, pero cuando conectaba hacía daño.
El dominio del mochiteco fue claro en la sexta ronda, abrumó a Barthelemy lanzando todo lo que pudo, y llegó a tenerlo en malas condiciones, sin capacidad para ofrecer respuesta, obligándolo a recluirse en las cuerdas.
El esfuerzo de ese episodio le cobró factura a Ramírez, quien siguió yendo al frente pero disminuyó su frecuencia de golpeo, aterrizando algunos golpes sólidos al rostro, y el cubano recuperó su distancia y el jab, pero sin golpes contundentes.
Sin embargo, Ramírez salió a jugárselo todo en el décimo asalto, a echar el extra, impulsado por un sector del graderío que lo vitoreó desde el tercer round, y le repitió a Barthelemy las dos manos al rostro.
Sonó la campana y el sinaloense festejó en la esquina, se sentía confiado en el triunfo, pero en Las Vegas…
El juez Glen Trowbridge le otorgó un ajustado 96-94, mientras que Tim Cheatham sumó empate a 95 puntos, pero Patricia Morse Jarman rayó en lo ridículo anotando 97-93 para el cubano.
Otro coro de abucheos cantó en la ciudad del showbiz.

Comentarios