El
fin de semana, vimos con preocupación cómo el multicampeón Fernando Montiel fue
derribado cuatro veces hasta ser noqueado, en sólo minuto y medio, por el
invicto tapatío Jorge Lara… y de inmediato resonaron las voces que lo instaban
a retirarse.
Fernando,
ya con 37 años a cuestas y campeonatos mundiales en tres divisiones, dijo que
lo pensaría, que lo platicaría con su papá y sus hermanos, así como con su
esposa; y de esta forma dejó en claro que no está del todo listo para colgar
los guantes.
Y
es que decir adiós siempre es difícil, sobre todo cuando te vas derrotado, y te
quedas con las ganas de otra oportunidad para demostrar que puedes hacer algo
más.
Ali
y Chávez, y recientemente Margarito (sólo por mencionar a unos de tantos), no
supieron retirarse a tiempo y mostraron la faceta más triste de un boxeador.
En
su blog “Las Terribles Verdades”, Erik Morales escribió hace poco que lo más
doloroso para un boxeador es escuchar que le digan que ya no puede hacer lo que
ha hecho prácticamente toda su vida, reconocer que ya no sirve para lo que se
ha preparado día a día, y reveló que en su momento se sintió casi como un
minusválido.
Yo
no creo que el “Kochulito” esté acabado, como muchos afirman, tal vez si se
hubiera hecho la pelea con Abner Mares hubiera resultado un combate parejo, por
las cualidades y condiciones de ambos. Pienso que sólo se equivocaron en
aceptar la pelea con un tipo joven y fuerte.
Hay
que apuntar que el “Pilón” no mostró un boxeo brillante, aunque sí una tremenda
pegada y un gran ímpetu.
No
sé, tampoco, para cuánto más le alcance a Fernando, quizá no para volver a ser
campeón mundial. Pero reitero que no está acabado, sólo va en declive, y eso es
natural, y pronto llegará el momento de decir adiós.
Y
pronto llegará también ese momento para Humberto Soto y Hugo Cázares,
despidiendo así a la mejor generación de boxeadores, junto al ya retirado Jorge
Arce, que ha nacido en Los Mochis.
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